¿Qué es lo que define la prosperidad de un país? ¿Cuál es el capital más valioso para que una nación tenga una economía sostenible? Para estos dos cuestionamientos la respuesta es la misma: su población.
Cuando se piensa en capital económico, este debe dirigirse hacia su capital humano, el cual indiscutiblemente marcará el crecimiento económico de una nación y por consiguiente definirá qué tan rica es su población.
Por ello, se hace necesario cuantificar el capital humano en nuestro país. Fundamentalmente, por tres beneficios tangibles.
- Conocer el despliegue real de la pobreza: Esta siempre será una limitante para desarrollar las capacidades de la población. Un censo permitirá reconocer la pobreza en Guatemala, es decir, cuáles son las poblaciones más afectadas por ella, sus causas y consecuencias. Todo esto para dar prioridad a políticas públicas que eleven las condiciones de vida de los guatemaltecos, ayuden a elevar el nivel de vida de la población y se logre equidad de oportunidades para cada habitante.
- Establecer la calidad educativa de nuestros pobladores: ¿Qué habilidades tiene la población guatemalteca? Esto es importante determinarlo con una medición de la calidad educativa. Se sabe que la preparación de los trabajadores, siempre influenciará en la productividad de un país. El capital humano no nace, se forma. De ahí la importancia, de medir las aptitudes de los guatemaltecos desde los inicios de la edad escolar hasta la conclusión en un nivel superior. Ciudadanos educados son los que transforman la sociedad y delimitan el desarrollo de la comunidad.
- Uso apropiado de los recursos naturales: Determinar el grado de degradación del medio ambiente y el uso apropiado de los recursos naturales, permitirá revisar las políticas públicas en esta materia. Esto, para mejorar la producción, pero, sin que conlleve efectos nocivos para la calidad de vida de los guatemaltecos, pues esto influye en sus potencialidades productivas.